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01 abril 2009

Agur Bordaxar agur.....

Bordaxar, la vieja borda, situada en la ladera sur del cordal de Erroizpe entre Larte y Minatxuri, está perfectamente protegida de los vientos norteños; la borda es un edificio modesto, de una sola planta, pequeño, bien conservado y centro neurálgico de lo que un día, no hace mucho tiempo, fue una extraordinaria y productiva majada.


La borda está prácticamente rodeada por muretes construidos en piedra caliza y en un estado de conservación excelente que se utilizaban para cercar el ganado; muchos tramos a día de hoy presentan su estructura original, con alturas superiores a 1,60 m.

El acceso a la borda está convenientemente cerrado con vallado de alambre de espino para facilitar las labores de pastoreo. Este "largo" y angosto acceso comunica al norte directamente con la borda y el cerco de piedra caliza y al sur con los pastos de Minatxuri.

Bordaxar está a 749 m. de altura en orientación sur, cerca del hayedo de Minatxuri, que ejerce de imán a la niebla. Muchos días al año está cubierto de nubes o niebla, lo que ha dificultado la ocupación permanente de la borda, aunque el acceso al pueblo de Gaztelu es cómodo y rápido.


En 2006 el entorno de Bordaxar fue plantado con pino americano, Pinus insignis, otro pasto más abandonado y perdido. Si bien la plantación de pino sigue las directrices de los órganos forestalistas oficiales y privados, el modelo de plantación no respeta ciertos parametros que deberían ser consensuados aunque obligatorios. Apuntamos dos de ellos:

  1. Se debe respetar cierta distancia entre un plantón de pino y los muretes de piedra, al objeto de conservar estas impresionantes e históricas estructuras. Propongo una distancia de al menos metro y medio, que no limitaría la producción y preservaría las construcciones.

  2. Siempre que se haga una nueva plantación de pinos en este tipo de entornos, se debe estudiar la plantación y formación de setos que protejan los inicios de la plantación y el medio natural. Estos setos no son muy costosos y deben estructurarse con árboles o arbustos autóctonos.

Cuando se plantean estos temas a los forestalistas, somos acusados de una rara enfermedad llamada "pinofobia". Este asunto evidentemente es muy delicado ya que se trata de inversiones privadas, de dineros, del bolsillo de mucha gente.

Los forestales muchas veces son en cambio contagiados por la "ecologitis" enfermedad que interesadamente manipula la realidad ambiental. Nos iría a todos mucho mejor si en este tipo de actividades aplicáramos siempre el principio de la precaución, sobre todo cuando se planta el pino americano a más de 600 m. de altitud sobre el nivel del mar, ya que esta especie no soporta bien el frío.

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