Esta misma semana y en un informativo de la televisión se denunciaba que en Bilbao falta por hacer un mapa de infraestructuras sociales que identificara áreas sin recursos para adaptarse a colectivos o zonas deprimidas en las que actuar. Esta afirmación me produjo cierto desasosiego: si en un tema social de tanta importancia y trascendencia las carencias de información para poder intervenir sobre el terreno son tan evidentes, ¿dónde estamos en investigación básica en temas de naturaleza?
Vamos a estudiar someramente dos de estas actividades humanas decisivas a la hora de moldear el paisaje, y que además están en peligro real de desaparecer.
En primer lugar nos ocupamos de las praderas de helechos, Pteridium aquilinum. Este helecho es muy común y crece en todos los continentes excepto en la Antártida. Sus usos prácticos son múltiples, incluso en algunos paises los brotes se utilizan como alimento, pero en determinadas ocasiones pueden crear graves problemas. El helecho crece a partir de una intrincada red de rizomas enterrados que brotan al final de la primavera, y luego la planta adulta es recogida el mes de octubre, para construir las características metas vascas, cuyo material se utilizará durante todo el año como lecho del ganado.
Erradicar el helecho de un área determinada para convertir el terreno en pasto o bosque es muy complicado, y requiere una intervención muy agresiva para eliminar completamente los rizomas enterrados; esta operación puede ocasionar problemas de erosión y grave pérdida de suelo.
Si se abandona la recogida del helecho, el terreno derivará a un estado arbustivo ocupado además del helecho, por tojo y brezo. Este tipo de sistemas acumulan abundante materia orgánica y tienen grave riesgo de incendio.
La foto de la recogida del helecho está sacada en octubre de 2009 en la ladera sur de Minatxuri, en pleno y duro trabajo de escasa rentabilidad. La sensación que me produce esta actividad es que se hace más por tradición familiar, que por la necesidad real del producto conseguido. El día que se abandone la recogida del helecho, las actuales y limpias praderas de invierno serán sustituidas por una maraña arbustiva.
El trabajo de "limpieza" del helecho que actualmente todavía se hace, es un claro y meritorio ejemplo de intervención humana en la naturaleza con evidentes resultados positivos en un ecosistema deficientemente estudiado y rodeado de productivas plantaciones de pinos y hayas centenarias.
Si durante muchos años los biólogos hemos estado hipnotizados por "el equilibrio", el estado final o "climax" de las sucesiones naturales y por la sostenibilidad de los ecosistemas, actualmente hay una corriente generalizada de opinión que afirma que la característica principal de cualquier sistema vivo, de cualquier ecosistema, y además en cualquier escala de observación, es la de "cambio".
Tenemos por lo tanto que estar preparados para los cambios, y los estados idílicos o de equilibrio pueden ser buenas aproximaciones didácticas para un estudio más completo de las comunidades naturales, pero nunca la meta a conseguir. La norma es el cambio, no el equilibrio.
Una segunda actividad que ya hemos visto en alguna otra entrada del blog, es la poda de los fresnos, que también se realiza durante el mes de octubre.
El fresno no forma bosques, y se planta en los alrededores de las bordas por diversas razones: proporcionan ramoneo para el ganado los años de sequía, sus ramas son utilizadas en diversas tareas y herramientas del caserío, y además la creencia popular dice que son excelentes para evitar las desastrosas consecuencias del temido rayo.
El fresno es el árbol de brote de hoja más tardía en primavera, y de caída más tardía en otoño, y soporta podas drásticas. La poda característica que se le hace al fresno en esta zona, construye una escultura viva con forma de rayo inverso, muy sugerente y que nos sumerge en una ancestral cultura del medio. A día de hoy las fresnedas de muchas bordas de Gaztelumendi están atacadas por un hongo que destruye fulminantemente las arboledas. Los fresnos que vemos en la foto de al lado son ya historia.
Este último mes de octubre se siguen podando fresnos, retrasando la inevitable decadencia de las casi abandonadas bordas de montaña. Este trabajo se hace en familia, y también creo que más por pura tradición, que por la productividad del trabajo.
La cultura del helecho y del fresno están a punto de desaparecer, y ésto no me parece lo más grave. Lo realmente preocupante es que nadie está interesado en las consecuencias, en los inevitables cambios que se producirán en el medio cuando esas dos actividades se abandonen.
Sálvese quien pueda !!!!!!