Páginas

22 abril 2011

La leyenda del hijo del Guardabosques

Eveline la ondina de la Selva Negra
El hijo del guardabosques de Tuttlingen, en la Selva Negra, volvía a una hora avanzada de la noche de una sesion báquica en la que se había vaciado más botellas de lo razonable.

El joven que se llamaba Berthold, atravesaba canturreando los prados inundados por los rayos de luna y los agradables bosques de abetos más oscuros. De repente se detuvo bruscamente. Algo sobrenatural parecía clavarlo en el suelo.

A pocos metros del camino se extendía una laguna llena de flores, cuyas orillas suavemente inclinadas se perdían entre las cañas. A dos pasos de la orilla, una joven encantadora, sumergida en el agua hasta la cintura, peinaba su larga cabellera.

Pero la impresión de Berthold fue mayor todavía cuando la joven, en vez de huir, le respondió con dulzura, sin mostrar el menor temor. El joven volvió a ver a la muchacha al dia siguiente y pronto nació entre los dos una profunda pasión.

Entonces la muchacha de las aguas hizo saber a su enamorado que se llamaba Evelina, que era de la raza de las ondinas y que para casarse con ella debería hacer una extraña promesa: "la de no ir nunca con ella sobre el agua".

Berthold hizo la promesa y se consumó el matrimonio. Era una alegría verlos, y de la mañana a la noche, igual que de la noche a la mañana, las dos criaturas se amaban con tanto abandono y tanta naturalidad que los vecinos sentían deseos de imitarlos.

La llegada del invierno no cambió esta feliz armonía.
Una mañana Berthold dijo a su mujer:

-Luego saldrás conmigo; te he preparado una sorpresa.

Cuando llegaron a la laguna en la que Eveline se había aparecido por primera vez, el joven sacó de un paquete dos pares de patines y exclamó:

-Qué alegría esposa mía, te voy a enseñar a patinar.

Pero Eveline se puso pálida como la nieve.

-¡Tu promesa! ¡Olvidas tu promesa!- exclamó con una voz lamentable.

Berthold se echó a reir y levantando a su mujer en volandas, la depositó sobre el hielo.
Pero ¡ay! el hielo se rompió y, mientras Berthold se agarraba desesperado a los bloques de hielo, Eveline se sumergió y desapareció para siempre.

Han pasado dos años. El tiempo ha secado las lágrimas del guardabosques. Sus amigos le han hecho comprender que es demasiado joven para quedarse viudo. Se ha vuelto a casar con una graciosa muchacha que no pide otra cosa que hacer feliz a un joven y apuesto muchacho.

Mientras los violines resuenan todavía a lo lejos, los dos recién casados han penetrado en la cámara nupcial. De golpe, una sombra se yergue en medio de ellos y los separa. Es Eveline. Al día siguiente, y al otro, y al otro...la misma escena se repite.

Eveline aparece siempre para reclamar sus derechos.

La recién casada ha regresado a casa de su madre y Berthold está encerradó en una casa de salud, donde habla sin cesar de la bella ondina que vive en el fondo de la laguna.
Lavadero de Gaztelu: fotografía de Herensuge (Luis Martinez)

18 abril 2011

La ardilla común, katagorria

La ardilla común, "katagorria" en euskara y de nombre científico Sciurus vulgaris L., es un mamífero, simpático, muy conocido y bastante sociable.

Su esbelta figura, cabeza chata, cuerpo de color rojizo oscuro, su tripa blanca y la larga y llamativa cola lo hacen bello e inconfundible.

Si tienes ocasión de observarlo durante el invierno, fíjate en su cabeza y en especial en sus orejas de las que sobresalen unos llamativos "pinceles", pelaje especial que se les cae en primavera.

Las tres fotos de esta entrada están sacadas en Gaztelu, en el entorno del bosque caducifolio mixto cercano a la cueva sepulcral de Txispiri.

La ardilla es un animal solitario y de costumbres diurnas que construye nidos esféricos en las copas de los árboles. Su alimento básico son las semillas de los pinos, pero también se alimentan de hayucos, moras, escarabajos, caracoles, hongos, larvas, etc.

Si la vemos en parques o jardines son sociables y se suelen acercar, pero en la naturaleza son esquivas, aunque como se puede apreciar, cuando se sienten ya seguras, se detienen a observar.

No es un animal que esté en peligro de extinción, aunque su supervivencia podría verse amenazada si se interviene en su hábitat de forma descontrolada.

12 abril 2011

Gaztelu herria, etorri bai..... baina ez kontatu!


Bideoa "goi mailako definizioan = HD" eta "pantalla osoz" ikus daiteke, Youtube kontrolak erabiltzen.

08 abril 2011

Baltasar Esnaola gazteluarra "el último palankari"

Baltasar Esnaola y su hijo Leandro en Oiartzun mayo de 1946 
El origen en la península ibérica del lanzamiento de barra o "palanka" se remonta a la época romana, y a principios del S.XX eran tres las principales variantes regionales, aragonesa, castellana y vasca. Este deporte en euskara tuvo diversas acepciones, palanka, palanga, palenka, balenka, balenga, barra, barraka, satsi, burdin-barra edo burdiñ-aga.

El gazteluarra Baltasar Esnaola y el berastegiarra Gabino Lizarza son considerados como los últimos profesionales de lanzamiento de barra vasca, los últimos "palankaris" y entre los dos se cruzaron muchas y diversas apuestas. Baltasar Esnaola tenía una forma propia y muy peculiar de lanzar la palanka, lo hacía dando nueve vueltas sobre sí mismo antes del lanzamiento, de forma similar al lanzamiento de disco. Aunque Baltasar Esnaola nació en el caserío Baxixkum de Lizartza, enseguida fue a vivir al caserío Osto-handi de Gaztelu, en donde pasó la niñez y juventud.

En el lanzamiento de barra vasca, se denominaba profesionales a aquellos palankaris que se enfrentaban entre ellos con apuestas de por medio. Esto desapareció cuando la modalidad se integró como una prueba más en las competiciones de atletismo.

Baltasar Esnaola lanzando la barra en el frontón de Tolosa en 1923
Oyartzun. Baltasar Esnaola ta Leandro semea palenka-jokoan
Baltasar Esnaola el 19 de mayo de 1946 en Oiartzun
Baltasar Esnaola de sobrenombre "Gaztelu" consiguió un lanzamiento de 50,64 m. con la palanka de 4,5 kg. en 1.910. Un año más tarde se enfrentó en el velódromo de San Sebastián al vizcaíno Pedro Iberogoitia con la barra de 4,5 kg. y 2.000 pesetas en juego. El precio de la entrada fue de 50 céntimos. El 29 de agosto de 1.942 se enfrentó a Joaquín Agirre con la barra homologada de la federación de atletismo en un festival vasco organizado por la Diputación en Tolosa, en el que se estableció una nueva plusmarca nacional. Sobrepasada la mitad de la década de los años 40 Baltasar Esnaola todavía seguía lanzando la palanca.

Oyartzun. Baltasar Esnaola ta Leandro semea palenka-jokoan
Leandro, el hijo de Baltasar en Oiarztun lanzando la palanka
En la competición de la fotografía del frontón de Tolosa, Baltasar cruzó apuesta con Mariezkurrena de Ezkurra. Uno de los tiros cayó en el jardín de los señores de Elósegi y otro de ellos causó diversos destrozos en el interior del archivo provincial. Este tipo de "accidentes" y desgracias eran comunes en las competiciones de palanka, por lo que incluso llegaron a prohibirse como en el caso del barrio de la Rotxapea de Iruña.

El tolosarra José Iguarán estuvo a punto de conseguir que la barra vasca fuera considerada deporte olímpico. El año 1963 fue el último en el que la barra fue incluida en los campeonatos de España de atletismo. Los lanzamientos de jabalina y disco sustituyeron la palanka.
Tolosa: Palankariak: Baltaxar eta Agirre
Tolosa: Palankariak: Baltaxar eta Agirre
Baltasar Esnaola en el campo Berazubi de Tolosa el 29 de agosto de 1942
Baltasar Esnaola falleció en Oiartzun en 1954.

04 abril 2011

Nictinastia.... de la "acederilla"

Flores y hojas trilobadas de la acederilla
Flor de la acederilla
La segunda entrada de este blog publicada en marzo de 2009 bajo el título de Nictinastias es la página que más visitas ha recibido, y en la mayoría de los casos su origen es un buscador de internet en el que se ha tecleado esa "rarita" palabra. En recuerdo a todo el personal que ha visitado Gaztelu con esa excusa repasamos el concepto de "nictinastia" con una "nastia" que podemos observar fácilmente en Gaztelumendi en estos inicios de primavera. La etimología de nictinastia es la siguiente: nastia es un neologismo acuñado por el archiconocido botánico alemán Strasburger que proviene del griego "nast" = apretado (en relación a movimiento) y -Nicte- ente  griego de la noche.