
Vivimos tiempos en los que hemos convertido en tradición, cenar los jueves en "la sociedad", veranear una semana al año en Salou, la semana blanca de invierno, la piscina de verano, sembrar de enanitos el adosado, vestir de domingo los lunes, y los domingos de sport, exigir la herencia antes de merecerla, ir al fútbol, a la pelota o al remo buscando la esencia del esfuerzo, barbacoa en casa del cuñado, y etc, etc y etc.
24 de junio de 2009, días antes ya había previsto subir en esa fecha concreta a Gaztelu. Día de San Juan Bautista inicio del solsticio de verano, una fecha clave y mágica en cualquier comunidad, en cualquier pueblo, en cualquier persona educada en esta vieja, desacreditada y corrompida Europa de los dineros y el poder.

Antes de llegar al pueblo y como siempre Miguel Garro estaba en su sitio, en su recta. Paré y le conté mis intenciones. Me miró con asombro, como si yo fuera un turista recién llegado de Salou. Hizo un gesto pesimista y negativo, y me dijo que ya nadie conserva esas viejas costumbres, ni él mismo, y que hasta la propia iglesia había perdido la fe.
En la puerta de Goienetxea me encontré con Juan Aranzabe que afilaba expertamente su guadaña, para limpiar los bordes de los caminos. Juan fue alcalde de Gaztelu en una de las épocas más duras y difíciles del pueblo, en los años noventa, historias éstas delicadas y complicadas que intentaré en otra ocasión abordar con calma y objetividad.
Le conté a Juan mis intenciones y me confirmó lo que me había adelantado Miguel; ya nadie conserva las viejas tradiciones. Le pedí un ¿porqué? y me contestó que hubo una época en que los jóvenes comenzaron a salir del pueblo a estudiar y trabajar, y que cuando volvían se reían de las viejas costumbres que se mantenían en el pueblo, y que la gente mayor por verguenza fue asumiendo los nuevos y peculiares hábitos traídos de la ciudad.

Lo siento en el alma, pero alguien debería asumir responsabilidades, aunque fueran ajenas, e intentar al menos recuperar el tiempo perdido. El ayuntamiento y la iglesia tienen la palabra. Si los responsables municipales se posaran sobre la iglesia como una delicada mariposa en una flor y dialogaran, quizás hubiera resultados, quizás el día de San Juan de 2010 podremos ver en la puerta de algún caserío, una cruz de elorri. A mí la única palabra que me queda después de esta historia es "mecaguen ...."
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